Cómo abordar las críticas al Mindfulness





Como instructores de mindfulness, es común encontrar críticas hacia esta práctica que, lejos de debilitarnos, pueden ser una oportunidad para fortalecer nuestra enseñanza y reafirmar los valores esenciales del mindfulness. A continuación, algunas críticas comunes y mis reflexiones de  de cómo responder a ellas.



1. Comercialización: Enseñanza Genuina y Encarnar el Mindfulness 


La popularidad del mindfulness ha generado una industria en torno a él, y en algunos casos, esto ha llevado a simplificar, diluir o distorsionar sus principios. Cuando el mindfulness se convierte en un producto, existe el riesgo de perder su profundidad y reducirlo a una serie de técnicas para “sentirse bien”. Como instructores, nuestra labor es contrarrestar este enfoque no solo con palabras, sino con una enseñanza auténtica y un compromiso genuino de “encarnar” el mindfulness en nuestra vida diaria.


Encarnar el mindfulness implica que la práctica no se queda en el aula o en la meditación formal; es algo que integramos en nuestras acciones, en nuestra comunicación y en cómo nos relacionamos con los demás. Al modelar esta presencia y atención plena, demostramos que el mindfulness es una disciplina viva que influye en cada aspecto de nuestra vida. Esta forma de ”embodiment” o encarnar el mindfulness es una respuesta poderosa a la comercialización, mostrando que el mindfulness es más que una técnica o una moda: es una forma de ser y estar en el mundo.


En nuestra enseñanza, podemos enfocarnos en los valores esenciales y dejar de lado cualquier promesa superficial o simplificación excesiva. Además, podemos transmitir a los practicantes el valor de la continuidad y el compromiso, enfatizando que la verdadera transformación proviene de vivir el mindfulness con constancia y profundidad. Esto ayuda a clarificar que el mindfulness es una práctica de autoconocimiento y presencia consciente, no una solución rápida o un simple alivio momentáneo.


2. Descontextualización: Reconectar con los Valores del Mindfulness


Para hacerlo accesible a un publico más amplio el mindfulness se enseña desvinculándolo de sus raíces en el budismo, lo que puede hacer que se presente como una práctica aislada de sus valores profundos. El mindfulness tiene una base filosófica y ética en el budismo que incluye cualidades como la compasión, la empatía y la atención a la interconexión de todos los seres. Presentarlo fuera de este contexto puede dar la impresión de que es una herramienta de autoayuda superficial.


Para abordar esta crítica, podemos reconocer que el mindfulness es más que “estar presente”; también implica vivir desde valores fundamentales como la compasión y el respeto por los demás y nuestra humanidad compartida. Al incorporar estos valores, ayudamos a los practicantes a ver el mindfulness como una práctica que no solo los beneficia a ellos, sino que también enriquece sus relaciones y el mundo que los rodea. Explicar estos principios budistas básicos, sin imponer creencias, puede dar mayor significado a la experiencia de los estudiantes y recordarles que la práctica de mindfulness también incluye un compromiso ético con el bienestar de todos los seres.


3. Simplificación: Mostrar el Valor de la Práctica Constante y Profunda


Es común que el mindfulness se presente como una técnica para reducir el estrés, casi como una solución rápida para mejorar el bienestar. Este enfoque puede hacer que algunos vean el mindfulness como una herramienta superficial. Sin embargo, los beneficios verdaderos del mindfulness no se alcanzan sin un esfuerzo consciente y continuado.


Para responder a esta crítica, podemos enfatizar en nuestras enseñanzas que el mindfulness es un proceso que requiere paciencia, repetición y tiempo. En lugar de enfocarnos solo en los beneficios a corto plazo, como la relajación o el alivio del estrés, podemos guiar a los practicantes a ver el mindfulness como una disciplina de autoconocimiento. Alentar una práctica consistente y realista, en la que los beneficios se experimentan de manera gradual, ayuda a contrarrestar la idea de que el mindfulness es una solución rápida. Podemos crear espacios donde los estudiantes exploren su propio ritmo, aceptando que el progreso y el cambio se desarrollan con el tiempo.


4. Individualismo: Construir Comunidad y Fomentar la Empatía


Aunque el mindfulness se practica a nivel personal, su propósito no es únicamente individual. En su esencia, el mindfulness fomenta la empatía y la compasión hacia los demás, una idea central en el budismo. La crítica aquí es que el enfoque en el “yo” puede hacer que parezca una práctica de automejora individualista, desconectada del entorno y de las relaciones.


Podemos responder promoviendo un ambiente comunitario en nuestras sesiones y talleres. Fomentar la reflexión en grupo y crear un espacio donde los practicantes puedan compartir sus experiencias ayuda a construir lazos y a desarrollar una comprensión colectiva de lo que significa estar presente. Esto no solo fortalece la práctica, sino que también fomenta una sensación de apoyo y pertenencia, recordando a los participantes que la compasión y la interconexión son aspectos fundamentales del mindfulness. Al construir comunidad, dejamos claro que esta práctica también se trata de cómo nos relacionamos con los demás, de cómo llevamos la atención plena a nuestras interacciones y a la vida en sociedad.


Conclusión: Cultivar una Enseñanza Transparente y Comprometida


Enfrentar estas críticas con apertura y reflexión no solo nos permite mejorar nuestra práctica personal y nuestro trabajo como instructores, sino que también refuerza la autenticidad del mindfulness. La mejor respuesta que podemos dar es una enseñanza clara y comprometida, que inspire a otros a conocer el mindfulness en su verdadera profundidad. Al hacerlo, ayudamos a construir una práctica que se mantenga fiel a sus raíces, que promueva la conexión y que brinde a cada practicante una experiencia profunda y enriquecedora.

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